Y, una vez puesta en marcha la Liga Profesional de Fútbol Femenino, su obsesión ha sido encarecer los costes que están en su mano, es decir, el de los arbitrajes, hasta el punto de estar detrás de un parón que obligó a suspender la primera jornada de la llamada Liga F, que no solo va a asfixiar a los clubes, sino también impedir que las futbolistas vean mejoradas las condiciones de su convenio colectivo.